No EL PAÍS: "La semana pasada, Valeria, la hija de dos años de mi amiga Marta, se despertó en mitad de la noche llorando por una pesadilla. Como les ocurre a muchos niños, siguió con sus llantos pese a los intentos de su madre de consolarla. Al rato, unos vecinos empezaron a golpear la pared. Por la mañana, la portera del edificio hizo constar la protesta, en nombre de toda la comunidad, por los llantos, y conminó a Marta a intervenir más rápido la próxima vez. Como si la niña tuviera un control de volumen o un botón de apagado.
Mi amiga está estupefacta. Vive desde hace unos meses en París, ciudad de la que vienen los niños aunque, según coinciden varios conocidos, no está pensada para criarlos. Sin embargo, por mucho que el llanto de un bebé sea molesto, protestar parece excesivo. Sin llegar a este extremo, las carreras, saltos, risas, rabietas o gritos, en fin, los sonidos normales que emite cualquier chiquillo, son objeto de protesta en países como Alemania, Suiza o incluso España. ¿Tienen los niños derecho a comportarse como niños, con los ruidos que eso conlleva, o debe primar la tranquilidad de los vecinos?" (Blogue)
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